martes, 14 de abril de 2009

El poder se ejerce

Ya pasaron más de 2 años del comienzo de la nefasta intervención y en las últimas semanas, hemos tenido que asistir a una nueva serie de novedades en esta historia llena de sinrazones, estupidez, incompetencia y abusos. Por un lado, se ha dictado el procesamiento por “defraudación al Estado” de 2 compañeros que se han enfrentado a la intervención. Ellos son Graciela Bevacqua, última directora legítima del IPC hasta Enero de 2007 y Luciano Belforte, coordinador de ingresos hasta medidados de 2007 cuando fue desplazado por la intervención. Por el otro, en una suspicaz coincidencia, han vuelto a aparecer las citaciones para múltiples sumarios administrativos que se llevan contra trabajadores en lucha contra la intervención. El colmo del ridículo es un sumario que acusa a un conjunto de trabajadores de la toma del tercer piso (El de las oficinas del IPC). Como fue contado en este espacio, la manifestación de disconformidad con las autoridades ocurrió, pero el acto vandálico lo cometieron unos 50 personajes externos al Instituto, quienes comenzaron a golpear los armarios y los escritorios como bombos a la vez que entonaban la marcha peronista con la Directora Edwin como solista destacada. No hay noticias de ninguna investigación sobre la entrada de esa patota al Instituto, por supuesto.

Cualquier persona que conoce el ámbito estatal, se encuentra al tanto de la absoluta precariedad de recursos con la que se maneja hoy al empleo en el sector público: desde los 90 se encuentran congeladas las plantas y no se realizan concursos para promover la carrera administrativa. Este proceso de descomposición del aparato público que el Gobierno actual no modificó ni aún con un contexto económico muy favorable, es el caldo de cultivo de millones de injusticias, arbitrariedades e irregularidades. No hace falta indagar demasiado para saber quienes apoyaron e implementaron estas políticas en los años noventas, cuando explotó el descalabro: el gremio UPCN y la entonces Directora de Recursos Humanos del INDEC y actual interventora del Instituto: Ana María Edwin.
Sin contar los delitos de manipulación y violencia laboral que se vienen dando hace tiempo, también se podría agregar más elementos a la lista de irregularidades: una gran cantidad de contratos y viajes a familiares y conocidos sin experiencia, dobles contrataciones, y un instituto lleno de empleados que tienen como función custodiar los pasillos y desalojar manifestaciones. La justicia tuerta ha decidido avanzar solamente en las causas inventadas, exageradas o tergiversadas sobre los ciudadanos que, con virtudes y defectos y siempre en forma pacífica y en base a argumentos, defienden al patrimonio público.

Esta perversa descripción de la situación jurídica con respecto al INDEC suena muy conocida: La intervención del INDEC no puede considerarse en otra categoría que la de fetiche. Como son manipuladas las causas judiciales, cada vez más crece el estado de intervención y manipulación de Indicadores e incluso se amplía área de incumbencia del INDEC: donde hay que alterar alguna una información, el sello INDEC sugiere a los usuarios qué información debe descartarse para que el estudio sobre la coyuntura no sea serio.

La gran pregunta a esta altura, y con un Gobierno que sigue insistiendo en una política autodestructiva e inconducente, es a quién favorece este descalabro. Desde aquí nos cansamos de informar sobre las nefastas consecuencias para la Sociedad en general y sobre todo para la Clase Trabajadora. A dos años de inflación altísima, particularmente en alimentos, y alentada por la incertidumbre ante la falta de una medida confiable, los efectos sobre las tasas de pobreza e indigencia son innocultables. Por otro lado e indirectamente, la pérdida de competitividad del tipo de cambio, ha carcomido de hecho al modelo económico tan ponderado desde la autoridad, qué a esta altura no es más que una entelequia.
Otro efecto devastador sobre las expectativas es la pérdida de credibilidad del discurso ante la mentira sistematizada. Si bien el discurso oficial es el que más se resiente, hoy en día y luego de dos años, las brechas entre las distintas interpretaciones sobre los mismos fenómenos, son exacerbadas por las discrepancias ideológicas en un juego en el que todos pierden: el conflicto agropecuario es un claro ejemplo donde no parece haber ninguna intención de acuerdo. El reingreso de ideologías vetustas, desde las esbozadas por los responsables de los fracasos de la Argentina en las últimas décadas hasta la discusión sobre la pena de muerte o la construcción de muros, bien podrían ser asociados a este fenómeno de “orfandad de certezas”. Incluso, La fatal consecuencia de la que algunos llamaron política del avestruz, es la pérdida en los hechos de la capacidad de iniciativa política. No hace falta aclarar a qué intereses beneficia esta incapacidad del Gobierno.

Sin embargo, en el contexto actual de crisis mundial, el espacio para la demagogia será cada vez más estrecho: la crisis originada desde E.E.U.U. es bien real y una de las peores de los últimos 200 años, y probablemente sea mucho más condicionante que las periódicas crisis que se repiten en el país con mayor frecuencia desde el último golpe militar. En este contexto, la particular y fantasiosa (e irritante para muchos) inteligencia creativa de Kirchner podría resignificarse: el conflicto agrario, que en un comienzo se pareció más a una adaptación bastante libre de Frankenstein que a la reedición de la antinomia campo-ciudad vigente en el país desde su fundación, probablemente se agudice por motivos de real escasez y lleve a que en definitiva cada actor retome su rol histórico.

Como la solución de un origami en que pliegues y ensambles van resignificando los sentidos anteriores, la Presidenta tiene en la crisis una gran oportunidad para concretar las firmes ideas que declama en sus discursos, para dejar atrás una etapa de conductas autodesctructivas condicionadas por el legado del Gobierno anterior, el de su propio Marido. Para resolver el complejo escenario político que se le presenta deberá recomponer instrumentos básicos de la gestión, y el escándalo INDEC es un problema de una urgencia suprema, pero no el único. En cualquier escenario de resultado electoral, la continuidad de las fracasadas políticas coercitivas, con una inefectividad casi total en los últimos años, deberán dar paso a una nueva etapa en la que, en sintonía con el resto de los países, la revalorización del rol del Estado sea una política de gestión liderada por la presidenta y no una expresión de deseo como podría pronunciar cualquier ciudadano. La revindicación histórica, casi la única aspiración a la que el Kirchnerismo problablemente tenga acceso hoy, depende mucho de cada decisión que la presidenta tome de ahora en más.

Para comenzar el arduo camino hacia una solución definitiva, la separación del cargo de los responsables del desfalco, la expulsión de la patota, la anulación de las burdas causas persecutorias y el disciplinamiento salarial, más el llamado a consulta con expertos (externos, desplazados, renunciados) son los primeros pasos en una ardua tarea de reconstrucción de la estructura técnica del Instituto.

Argentina se encuentra en una endeble situación argumental para defender sus intereses a nivel Internacional. Recomponer estas capacidades debería considerarse fundamental para hacer valer derechos absolutmante legítimos del país frente a prácticas irresponsables llevadas a cabo por organismos internacionales y dirigentes autóctonos despreocupados por el interés soberano. Los responsables de las decisiones políticas que condujeron a este desprestigio del país a través de la intervención del Instituto de Estadísticas, bien podrían dedicar sus esfuerzos exclusivamente a facilitar las condiciones para reconstruir esas relaciones de confianza y abandonar sus vigorosos esfuerzos en disciplinar las cuestiones de política interior.
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jueves, 12 de febrero de 2009

Claudio Comari: un boludo autóctono

Claudio Comari ha entrado al Instituto luego de la intervención. Su antecedentes en la elaboración de estadísticas son nulos, sin embargo desde el principio se lo nombró en la Dirección Nacional de Condiciones de Vida, de la que dependen el IPC, la EPH y la ENGHO. Su caso es bien distinto a Norberto Itzcovich: el no está destruyendo una carrera en la comunidad estadística ya que nunca la tuvo. Sin embargo, en su nueva función de columnista de cash, pretende iniciar un debate esteril. Como muchas veces a lo largo de la indefendible intervención, se mezclan conceptos verosímiles (la imposibilidad de la "neutralidad") con tergiversaciones y mentiras puras. No vale la pena mencionar las diferencias entre la designación de un militante político como él en un cargo directivo y , por ejemplo, la de profesionales con décadas en el instituto, mas allá de sus preferencias políticas. Tampoco ahondar en sus argumentos: lo realmente alarmante de su nota no es que defienda sus intereses, sino que el boludo pretenda tomar a los lectores como parte de su propia condición. La impunidad con la que se refiere a a la veracidad de los indicadores adulterados, además de contradecirse con los párrafos iniciales de su artículo, refleja la gravísima conducta de la intervención y su incapacidad para encontrar salidas realistas a la crisis. La reiteración de mentiras en las que ya no cree nadie sumerge cada vez más al Instituto (y al Gobierno, que replica los estúpidos argumentos) en el pantanoso terreno del ridículo. La pregunta es: ¿entre ellos se hablarán así? ¿hablarán de lo barato que cuesta la comida y del éxito de las políticas antinflacionarias? ¿de lo bien que argentina esquiva las esquirlas de la crisis internacional? Lo grave de la continuidad de conductas rallanas a la demencia, políticamente hablando, es ser conducidos por personas que desprecian a la realidad, aunque esta sea inexcrutable y "parcializada por la ideología". Podríamos dudar incluso que estas personas estén haciendo Política, ya que ésta es el arte de transformar de la realidad, más allá que este energúmeno pretenda confundirla con el artesanísimo trabajo de distorsionar las percepciones. La omnipotente y oprobiosa pretensión de tomar la palabra pública para convencer sobre la veracidad de los indicadores, no hace más que magnificar la potencia del golpe que recibirán cuando la situación no permita más burlas. ¿Cual será la rabia que sentirá un trabajador que ya no puede acceder a una canasta básica para su familia al momento que el INDEC publica información sobre la incompatible mejora en las condiciones de vida de la población?

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jueves, 29 de enero de 2009

2 años de mentira y destrucción

Hoy se cumplen 2 años de la nefasta y ridícula intervención. Resulta poco verosimil que el país no tenga desde ese momento estadísticas públicas confiables, sin que exista algún motivo razonable que lo justifique. Es verdad que lo razonable es maleable y sucede que muchos han tolerado “errores de cálculo” porque entienden que estábamos frente a una causa revindicatoria de la soberanía. Y que la mentira con las estadísticas es una forma de mojarle la oreja a los centros financieros. Aunque muchos pensemos todo lo contrario, supongamos que es verdad ese argumento: ¿A qué costo? En los últimos 2 años, han comenzado a revertirse en gran parte las mejoras de las condiciones de vida de la población, el crédito del país se ha convertido en inaccesible, la competitividad ha sido cercenada. La transformación del Instituto de Estadísticas en un centro de patotas y propagandas acompañó a la mutación del gobierno en una criatura espasmódica e inconstante. En los últimos meses, hemos asistido a un bombardeo de medidas y contramedidas de calibre: deuda usuraria contraída con Venezuela, fastuosos anuncios de pagos en default desmentidos luego por el disimulo, nacionalización de AFJP y de Aerolíneas y, las novedades recientes: la creación de un ministerio de producción y el anuncio de un incomprensible plan de blanqueo de capitales. De asumir la situación del INDEC ni noticias ¿Cuánto más barato y efectivo es, para recuperar la confianza y en el contexto de en una crisis global de credibilidad, un gesto para buscar una salida a la crisis de las estadísticas públicas?

Desde la nacionalización de las AFJP y las posteriores medidas, el tema INDEC dejó de ocupar espacio en los medios. Algunos insisten con la idea de que este momento es bueno para dejar de mentir, porque la inflación real y la del INDEC no estarían tan alejadas. Esta concepción es muy discutible:
• La intervención y manipulación de datos en el INDEC va mucho más allá que el IPC hoy en día: en todos los programas se perdió calidad y se viven situaciones de discriminación, amenazas y hay una patota adentro. Este tema no importa a los medios en relación a otros, pero sin que se vaya la patota del INDEC es muy difícil tomar cualquier medida en función de mejorar las mediciones.
• El número que se informa mensualmente es una aplicación mensual de una metodología. Si no se está aplicando ninguna metodología, ¿Quién puede saber que implica “sincerar”? La idea de sinceramiento es tan maleable como la metodedología que se utiliza al día de hoy.
• Si el objetivo es disimular la mentira que existió, también existen objeciones: ¿qué pasaría si comenzara una aceleración del proceso inflacionario? ¿Nuevamente se tocarían los valores para que no se notara? Este argumento es en realidad otra versión del anterior: no se puede “sincerar” el Indice y que resulte confiable sin un cambio drástico en la política de manejo del Instituto.
• Por último: esto no quiere decir que sea un mal momento para redefinir la política sobre el Instituto: cada vez es más fundamental arreglar el problema. Pero éste va mucho más allá de si el Indice “miente más o miente menos”. Un Indice confiable es consecuencia de una metodología aplicada con seriedad, las simplificaciones con las que discuten los diarios, la calle y algún filósofo entusiasmado no son útiles para cerrar la caja de Pandora estadística.
En resumen: Dejar de Mentir porque no hace falta no es dejar de mentir. Hacen falta decisiones con mayúsculas.

Con la crisis internacional, el gobierno ha profundizado su estado de confusión y mareo. Ha efectuado medidas que son compatibles con su relato y medidas que no lo son en absoluto, pero sin dudas la divergencia con la realidad se agranda cada vez. Estamos en una crisis global sin precedentes sin poder conocer como Sociedad, variables fundamentales de la economía: Indicadores de inflación, desempleo, pobreza, crecimiento, el mapa agropecuario. Tenemos un Ministro de Economía que casi no habla en público, en medio de las crisis locales y globales que existen. En todo el mundo, se crean reuniones y se convocan a los mejores técnicos para determinar las medidas. Aquí cada vez se expanden más las persecuciones y las decisiones tomadas a las apuradas sin fundamentos ni consultas con los expertos.
La comunidad estadística argentina, debería estar debatiendo hoy la forma en que la producción de indicadores podría ayudar a mejorar los diagnósticos sobre los efectos de esta Crisis, pero demasiado lejos estamos de algo parecido.
Los últimos escándalos son el manipuleo grosero de las tasas de crecimiento y ocupación, ocurridos el viernes en un horario de copetines. A esta altura es evidente que el objetivo es ostentar hasta el grotesco absoluto la falta de rigurosidad para elaborar los Indicadores: se busca la destrucción total del Instituto.

Pero mientras aquí jugamos a las escondidas y a la mancha rural, en medio de una sequía histórica, fuera de nuestras fronteras la historia transcurre a un ritmo vertiginoso: Brasil sostuvo desde el comienzo de la crisis una posición contraria al proteccionismo para enfrentar la crisis, posición reclamada desde Argentina y motivo de ciertas rispideces entre los países. Pero el mismo día que Cristina insistió con la comparación entre Barack Obama y su marido, el primer mandatario del país norteamericano cerraba un pacto de colaboración con el país vecino. Casualidad o no, Brasil viró en su propia marcha y decidió trabar las importaciones en un gesto que supone un distanciamiento y un problema a nuestro país.
Argentina tiene dejar de emitir señales infantiles y mostrar que está preparada para enfrentar la crisis con todas las herramientas necesarias. Basta de violencia y mentira. Es hora de trabajar en serio para afrontar este dificil momento.
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miércoles, 28 de enero de 2009

Norberto Itzcovich: un boludo autóctono

Cuenta la leyenda que por los años setenta un jóven Itzcovich anotaba en un cuaderno los precios que pagaban sus compañeros por sus consumos, mientras el gobierno había decretado un listado de precios máximos. Este
jóven Itzcovich estaba indignado con que no se supiera cual era el verdadero poder adquisitivo del dinero. Generalmente los hijos redimen a los padres, pero en la familia Itzcovich pasó algo distinto: el hijo de aquel jóven, llamado Norberto, se dedica hoy a escribir notas pseudo técnicas para defender la intervención del INDEC y a respaldar las metodedologías del Instituto. Aunque no sabemos si tiene responsabilidades formales por las que pagar en la Justicia, su carrera profesional está arruinada. Este es otro boludo autóctono, ejemplo de cómo evadir las responsabilidades en la función pública.

Aquí la nota

En el diario El Cronista del día 27 de enero de 2009, el economista Carlos Arbía acusa al Indec de estafar al Gobierno, ya que según afirma el monto que supuestamente el Gobierno se ahorra por pagar menos a los tenedores de bonos indexados por el CER, se lo gasta al mostrar un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mayor al real, dado que deberá pagar una cifra mayor por los bonos que se ajustan por la evolución del PIB. El aparente contrasentido señalado en realidad no es tal, por la simple razón de que el Indec, al calcular las estadísticas que difunde -en este caso referidas al Índice de Precios al Consumidor y al Producto Interno Bruto-no tiene el objetivo de mejorar la posición financiera del Gobierno al aumentar o bajar arbitrariamente uno u otro indicador. Simplemente hace bien su trabajo estadístico, realizando los cálculos y las estimaciones con las metodologías previstas, internacionalmente aceptadas.
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Canicoba Corral: un boludo autóctono

Copiamos aquí una entrevista en el diario Página 12 a Canicoba Corral, el juez federal que tiene a su cargo la causa en la que se investiga manipulación y violación de secreto, quien nos enseña como eludir las responsabilidades de su función pública.

Abajo las preguntas en las que responde sobre el INDEC.

–Usted tiene la causa sobre la alteración de los índices de precios del Indec. Pasaron casi dos años, ¿por qué no hay procesados?

–No tengo probado un delito, independientemente de lo que diga el fiscal (Manuel) Garrido. Como no hay ninguna normativa legal que establezca el modo en que se debe hacer el relevamiento de datos, entonces difícilmente pueda haber una violación de alguna normativa. Nunca la hubo, y según la investigación judicial la manera de recabar información siempre se retocó. Desde el punto de vista penal, podría haber violación de secreto, quizá de algún funcionario del Indec, pero no de (Guillermo) Moreno, porque no forma parte del organismo. Y al no haber normativa, y si alguien sabe cuál era que me diga, no puede haber un incumplimiento.

–O sea que la causa va camino al cierre.

–No, porque todavía queda por saber si fueron alterados los datos. O sea, si alguien borró números y puso otros. Es muy difícil de establecer. Recién ahora conseguimos que la Universidad Tecnológica haga una pericia.


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