Luego del amplio triunfo electoral por parte del oficialismo, un nuevo escenario se presenta en el país. El triunfo en primera vuelta, propulsado por las provincias pequeñas con márgenes asombrosos, da cuenta del apoyo que brindó la mayoría de los ciudadanos a la actual gestión. Es claro que esto de ninguna manera avala, como escribió René Lacroix hace unas semanas, la estrategia demencial que se viene aplicando en el INDEC como alguna gente parece creer. O en todo caso, llama mucho la atención que la candidata del oficialismo haya perdido en las ciudades más importantes del país, lo que sí estaría indicando un rechazo de parte de los sectores urbanos de la sociedad a las políticas gubernamentales. Incluso, considerando el resultado en las provincias más grandes del país, la elección se encuentra en el límite del ballotage. La estructura de los votos de la presidenta electa, evidencia una ruptura y permite suponer que la sociedad exige cambios en la conducción. Pero, más allá de este simple análisis hablaremos del INDEC y el plan sistemático de vaciamiento que sigue avanzando.
Curiosamente, el día 1 de Noviembre, a cuatro días de las elecciones, la Directora Edwin decidió cesantear al equipo casi completo del IPC-Nacional. Se destaca que de este grupo todos, en menor o mayor medida, son testigos presenciales-algunos también judiciales- de los criterios absurdos de trabajo que se impusieron en estos meses, y todos ellos objetaban estos manejos. Con esta medida se terminó de enterrar la credibilidad del nuevo IPC antes de que culminara la primera jornada de “relevamiento” (si es que el sofisticado y contorsionista método de medición importado de Estados Unidos requiere de un proceso de relevamiento para sondear la realidad), un mes antes de que esta medición comenzara a producir resultados. Fueron trece en total los despidos, después de idas y vueltas en algunos casos, donde parecieron colarse rencillas personales de la Directora con funcionarios de gestiones anteriores en el Instituto.
Desde aquí nos cuesta pensar una forma mejor (y, curiosamente, menos costosa) para comenzar a recuperar la credibilidad del cuestionadísimo indicador, que restituir a sus tareas originales a los trabajadores que han sido despedidos. Es decir, las decisiones siguen siendo caprichosamente contrarias a las que dictan los razonamientos más simples. A esta altura, el gobierno debería reconocer su incapacidad para conducir la confección de estadísticas públicas con un estilo autoritario, y abandonar la actitud autoflagelante que conduce a nuevas crisis.
Es alarmante que un “animal político”, tal como lo calificó su esposa, acuse la falta de pragmatismo que demuestra el actual Gobernante, al persistir con ese estilo irracional de ejercer la política, espantando a encumbrados funcionarios políticos (candidato a Vicepresidente, Ministro de Economía y ¿seguiremos contando?) que impotentemente se ven obligados a diferenciarse ante la imposibilidad de maniobrar.
Entre las consecuencias del actual estilo, destacamos:
Fortalecimiento de las prácticas clientelistas y autoritarias que erosionan la calidad técnica del Instituto
Innumerables tapas de diarios y notas en los medios alertando sobre las inconsistencias y las torpezas
Rechazo de la sociedad
Descrédito del INDEC y el gobierno, frente a la sociedad y de cara al mundo
Aumento de las Expectativas inflacionarias
Suba del riesgo país y tasas para el nuevo endeudamiento
Tensiones sociales por el engaño en relación al poder adquisitivo del salario
Sigue siendo asombroso que se siga fortaleciendo a funcionarios obsecuentes, sin capacidad para transformar la realidad y quienes causan una cantidad innumerable de daños innecesarios a la vez que pretenden crear un microclima irreal sobre el que se forma el discurso oficial. Para recuperar credibilidad, se utiliza la voz de autoridad de los ministros, quienes defienden lo imposible perdiendo peligrosamente legitimidad frente a la Sociedad.
La constante pretensión de disociar la credibilidad de los Indices del procedimiento de producción de los datos y de sus responsables pone en evidencia la falta de decisión para lograr una solución que contemple al problema en toda su complejidad: creen que el conflicto es con los trabajadores del INDEC, pero nunca logran medir correctamente la relación de fuerza porque los verdaderos contrincantes son el sentido común y la realidad.
Desde el principio de la intervención renunciaron tres directores del Instituto y dos Ministros de Economía, eligiéndose un camino que se mantuvo hasta hoy, a pesar del altísimo costo que implica y las numerosas oportunidades que hubo para modificarlo. En cada renuncia se abrió una expectativa para que se revisara el rumbo, y ante cada oportunidad desperdiciada se avanzó hacia situaciones a partir de las cuales el costo tanto de seguir como de volver aumenta exponencialmente.
Teniendo en cuenta esto, y de mantenerse esta postura, resulta difícil pensar que el trabajo sucio se termine. Por el contrario, de no cambiar el rumbo serán muchos más los funcionarios que deban replicar las “prácticas de la dictadura”, tal como las definió Hebe de Bonafini.
La situación al interior del Instituto sigue empeorando. Los equipos paralelos van consolidándose, y la manipulación es una práctica generalizada. Los despidos, los descuentos y el hostigamiento continuo a los trabajadores enmascaran la profundización del estado de intervención de los distintos programas. Según fuentes, la última medición del Producto Interno Bruto habría arrojado una pequeña baja con respecto al mes anterior, mostrando un quiebre en la tendencia. Sin embargo, siguiendo con las prácticas ya habituales, este indicador se modificó para que siga convalidando la gestión del gobierno. A la manipulación, se suma la pérdida de calidad de algunos indicadores debido al desplazamiento de técnicos, y el retraso de publicaciones que podrían poner en evidencia la validez de algunos argumentos oficiales.
Mientras tanto, las causas judiciales siguen sin mostrar resultados concretos y se espera un peritaje de la Policía Federal sobre los datos secuestrados en el allanamiento antes del 10 de Diciembre, y las patotas ingresadas del nuevo Instituto Nacional de Engaño y Coerción (INDEC) ya salieron a campo y visitaron el ReNaPer, impidiendo violentamente la concreción de una asamblea de ATE en el organismo.
Sin embargo, las voces en contra de los manejos arbitrarios se siguen levantando desde distintos sectores de la sociedad: las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Ciencias Sociales emitieron sendas resoluciones condenando la intervención, y en un plenario de ATE-Capital se decidió realizar una jornada de paro y movilización en defensa de las estadísticas públicas el martes 20 de noviembre. Es fundamental que más sectores de la sociedad se sumen a esta lucha en defensa de la institucionalidad y los derechos de todos.
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