miércoles, 21 de mayo de 2008

Acerca de las Intervenciones

Probablemente mucha gente haya recorrido las similitudes entre el conflicto agrario y la crisis del INDEC:

  • La falta de tacto político al implementar las medidas.
  • La insensibilidad en el manejo de las tensiones en la crisis.
  • El incumplimiento de los compromisos asumidos.
  • La falta de búsqueda de consensos.
  • La descalificación del oponente ocasional, la manipulación y duplicidad discursivas.
  • La utilización de fuerzas de choque para-oficiales para desactivar la protesta.
  • La escalada en los conflictos, producto de un pertinaz estilo que no se preocupa por comprender la realidad.

Algún periodista, también mencionó la existencia de condiciones objetivas que ameritaban la intervención del gobierno en los comienzos de ambos conflictos, aunque olvidó mencionar cuales eran esas condiciones objetivas en el caso del INDEC. Las infundadas denuncias sobre manejos o favores, gravísimas, son menos graves que la grosera manipulación. La desactualización del Indicador, real, estaba prevista desde el año 1999 y la intervención retrasó y echó sombras sobre la calidad de la actualización (1 2 3 4 5 6 7 8 9 10).

En nuestro caso, para aportar a esta comparación, haremos foco en las diferencias entre los dos conflictos:

  • En el caso del conflicto del agro, el gobierno nacional tiene que -y debe- instrumentar políticas fiscales como parte de sus atribuciones (independientemente de las opiniones sectoriales). En cambio, en el caso del INDEC se presentan argumentos conspirativos no documentados, que aún de ser ciertos, no justificarían de ninguna manera la solución pírrica elegida: la destrucción de una institución prestigiosa y la rotura de los instrumentos indispensables para medir la realidad socioeconómica.
  • En ambos casos, desde el poder se plantean ambos conflictos como una puja de intereses sectoriales. Sin embargo, en el caso de las estadísticas públicas se aducen alianzas, a partir de interpretaciones simplificadas de la realidad. Por ejemplo, el supuesto pacto entre los trabajadores y el sector financiero. La manipulación estadística es acompañada de una grosera manipulación discursiva: en el INDEC, el gobierno lucha contra la razón, contra la matemática y la lógica: su lucha resulta en una pelea contra su propia legitimidad y autoridad. Los trabajadores del Instituto pelean por poder aplicar los conocimientos adquiridos en la función pública.
  • En el conflicto agrario, el aumento de las retenciones funcionó como disparador de una crisis que evidencia diferencias profundas. En cambio, en el caso del INDEC, el conflicto es hoy el mismo que el primer día: la intromisión del poder político en la producción de estadísticas públicas.
  • Los sectores en conflicto con el gobierno, en el caso del campo, son poderosos: por representación, por poder económico y por capacidad de movilización. En el caso del INDEC, si bien existen sectores poderosos que hacen propio el reclamo, el poder persuasivo de los trabajadores en conflicto reside principalmente en la credibilidad de la denuncia.
  • En ambos conflictos, se está discutiendo la legitimidad del Estado para intervenir. En el caso de las retenciones, el Estado busca ampliar su injerencia en la determinación de la distribución de la riqueza, las políticas de desarrollo, etc.. En el caso del INDEC, la destrucción de la credibilidad y la institucionalidad provocada por el mismo Gobierno, implica una retirada del Estado en sus capacidades de intervención en la economía real, al dejar de producir información útil. Por otro lado, en el INDEC, la preponderancia de los criterios políticos sobre los técnicos y la restricción de la independencia intelectual produce un drenaje de cerebros, cada vez más acentuado, que no hace más que profundizar el estado de crisis y el desmembramiento de la Institución.

Por último, existe una característica de los conflictos que no sabemos todavía si será una coincidencia o una diferencia. En el conflicto con el sector agropecuario, el gobierno parece estar aceptando a un diálogo en pos de la resolución de la crisis reconociendo implícitamente las limitaciones de un modelo de gestión prepotente. En cambio, en el conflicto del INDEC, el nivel de agresión no cede sino que parece ganar territorio: los violentos hechos provocados por la patota de UPCN-INDEC (asociados a UPCN- locales y con la connivencia de la seguridad oficial) en el Ministerio de Economía, al impedir la realización de una asamblea de trabajadores que reclaman mejoras salariales son una muestra de ello. La reciente usurpación del local gremial de ATE-INDEC por parte de cobardes, es otra.
El llamado al diálogo a todos los sectores de la Sociedad por parte de la Presidenta, implica un compromiso. Y para que este compromiso sea creíble, debería concretarse también en el caso del conflicto del INDEC, una crisis que es paradigmática del estilo de gestión que está minando la gobernabilidad. El llamado al diálogo en el conflicto del INDEC, puede marcar un hito en la estrategia política del Gobierno: parte del clima de crispación que existe se debe a la imposibilidad de proponer una discusión económica y social basada en premisas compartidas. Los discursos, hoy, se encuentran en el irreconciliable plano de las creencias y es por este motivo, también, que debe encontrarse una salida concertada de la crisis de las estadísticas públicas. El Gobierno tiene la oportunidad de acusar recibo de los mensajes que se replican en múltiples ámbitos y espacios ideológicos-inclusive el propio-, y encontrar soluciones realistas a problemas reales como el del INDEC.

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