miércoles, 22 de agosto de 2007

El Estado posmoderno

A partir de esta nota de Alejandra Gallo, quería decir lo siguiente:

Desde el 29 de Enero el INDEC está intervenido. En el IPC se avanza paulatinamente y con firmeza en la destrucción la metodología vigente a partir de 1996, fruto de la discusión sobre las metodologías anteriores.


  • No se respeta a los técnicos que conocen de la metodología pública vigente. A todos ellos se los intimida, se los discrimina, se los desplaza. Esto implica la pérdida de la "memoria metodológica", que se fue transfiriendo durante años por los contactos entre los distintos profesionales que trabajan en el INDEC hace varias décadas.

  • Los trabajadores son víctimas de presiones y amedrentamientos varios por parte de las patotas instaladas en las oficinas.

  • Al privilegiarse criterios arbitrarios y groseros, se promueve a las personas que muestran lealtad, aún cuando no tienen formación adecuada para las tareas a las que aspiran.


Pero si son ciertos los trascendidos publicados en esta nota, a partir de ahora se puede ver una intención más profunda y dañina de esta intervención: Ya no es sólo un proyecto electoralista y de corto plazo, sino un proyecto de perpetuación de la mentira y el desinterés por el bien común. La intención de intervenir las metodologías de medición de las variables económicas como estrategia de negociación con las empresas formadoras de precios es una aberración a la ciencia estadística e implica un retroceso que menosprecia los avances internacionales en la materia. La propuesta para el futuro IPC parece ser la de un Indice de Precios Acordados (IPA) que sirva para legitimar gestiones y no como Indicador de inflación. Para lograr este indicador, es prescindente cualquier operativo de muestreo y relevamiento ya que aclanzaría con recolectar listados de acuerdos de precios de la Secretaría de Comercio. Este argumento ya había sido mencionado por el nefasto Funcionario y muestra el nivel de omnipotencia y el desinterés por indagar en la realidad para formular políticas de Estado.

Encontramos el siguiente texto en la página 7 de la primera clase pública:

“(…)hacer un cambio de base sobre un IPC dibujado es algo muy
peligroso para la calidad del índice en toda su vida útil, es decir, al menos en los
próximos 10 años. Además, el cambio no es urgente porque las estructuras de consumo
no muestran modificaciones tan significativas como para invalidar la canasta del IPC
base 1999.”
Este párrafo en perfecto castellano advierte sobre los riesgos de perpetuar la mentira cuando la gente que toma las decisiones es cuestionada.

Esto se diferencia del Indice con vigencia hasta diciembre de 2006. Éste era el Indice de América Latina que respetaba la mayor cantidad de recomendaciones de la ONU sobre el tema, a la vez que era receptor de elogios en todos los proyectos internacionales en los que el país participó.


El hecho de que para la confección de este nuevo proyecto que menciona la prensa no hayan sido consultados los técnicos con conocimiento de la metodología y que se propongan fechas irreales para las revisiones necesarias, vuelve a corroborar que no existen inquietudes de calidad detrás de este plan y muestra nuevamente el nivel de irresponsabilidad de los funcionarios que están tomando estas decisiones.

De más está decir que gran parte de la línea de mando que está tomando estas decisiones ya han recibido pedido de indagatoria por parte del Fiscal Stornelli gracias a la declaración de 30 testigos y podrían ser imputados prontamente, lo que implica otro motivo más para, al menos, sospechar de su capacidad técnica más allá de las sospechas morales que son inherentes a estos pedidos indagatorios.


Todo cambio metodológico tiene que ser consecuencia de un diálogo abierto entre profesionales técnicos cuya independencia intelectual debe ser garantizada. El Gobierno podría participar de dicha discusión si mostrara respeto e interés sincero, pero en las condiciones actuales es complicado que se de ese diálogo y dadas las consecuencias nefastas de su intervención, deberían abandonar sus reacciones impulsivas que sólo profundizan los daños ocasionados, y escuchar las múltiples voces que reclaman la vuelta a la cordura.

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