sábado, 24 de enero de 2009

OBAMA

En Estados Unidos ha asumido Barack Obama a la presidencia. Su meteórico ascenso a la máxima investidura de la primer potencia mundial, generó una cantidad de hechos sin precendentes: la cantidad de votantes que asistieron a las urnas, sobre todo en primeros votantes, la multitudinaria convocatoria a su acto de asunción, su innegable cárisma de estilo religioso y en general, un movimiento popular genuino, impulsado desde las redes de información. Fiel a las máximas del "american dream", Obama encarna una cantidad de expectativas que lo ponen delante de una enorme responsabilidad, justo cuando su país y el mundo están ingresando en una crisis de proporciones desconocidas, y cuyas causas son tema de debates que obligan a revisar los fundamentos de la economía capitalista. Periodistas muy respetados hablaron del fenómeno Obama como el cumplimiento del sueño del reverendo Martin Luther King y una remake de la presidencia de Robert Kennedy. Muchas otras personas, considerando la compleja coyuntura que deja la administración Bush y la realidad del sistema de poder de los Estados Unidos, considera a Obama como un bálsamo para la opinión pública, una cortina para profundizar la política exterior intervencionista de Bush. El nombramiento de republicanos en las carteras de Seguridad, parece confirmar esta tesitura. Con respecto a la crisis económica, Obama expresó la necesidad de salir de la crisis mediante la generación de empleo, a tavés de la inversión pública, promocionando la investigación en tecnologías alternativas energéticas, entre otras ideas. Pero,-y he aquí lo que nos importa- Obama da cuenta tanto de los escépticos como de que la crisis económica ocasionada por la irresponsable estrategia financiera de los prestamos subprime y la "caída del muro de wall street" trajo atrás de si una crisis de credibilidad. En este sentido, Obama lanzó una cantidad de medidas con el fin de reestablecer los lazos entre la clase dirigente Estadounidense y su pueblo, al mismo momento de ingresar a la casa de gobierno.

  • "La transparencia y el Estado de Derecho serán la base de mi presidencia", afirmó el gobernante en la ceremonia de firma, en la que prometió "una nueva era de apertura en nuestro país".
  • "Las familias se están apretando el cinturón, y lo mismo debe hacer Washington", sostuvo el nuevo mandatario, que juró su cargo el martes.
  • "La Ley de Libertad de Información es la herramienta más poderosa que tenemos para hacer que el nuestro sea un Gobierno honesto y transparente", declaró el nuevo mandatario.
  • El recién estrenado presidente suscribió también una orden ejecutiva que establece rígidos límites a los cabilderos que representan los intereses de grupos de presión o de empresas ante las entidades políticas.
En resumen, Obama ha asumido como prioridad para la recomposición de la credibilidad con la sociedad una serie de medidas que evidencien la intención del gobierno de mejorar los mecanismos de transparencia. Son públicos los elogios de la presidenta Kirchner hacia Obama, e incluso llegó a manifestar que el nuevo presidente de Estados Unidos le hacía recordar a su esposo. Podemos recordar la valentía del presidente Kirchner para tomar decisiones de envergadura en los primeros años de su mandato, valor que necesitará Obama para enfrentar airosamente los desafíos que enfrenta. Sin embargo, el leitmotiv del gobierno de Obama está exactamente en las antípodas de la concepción de gobierno que tienen CFK y su marido Nestor. Desde este espacio se ha repetido hasta el hartazgo de lo inútil de la política de manipulación de indicadores y sus consecuencias autodestructivas. Sin embargo, y a pesar de ser una bola de nieve con consecuencias inestimables, a esta altura, para el largo plazo de las cuentas fiscales del país, se han ido profundizando las prácticas de ocultamiento o tergiversación de la información o su utilización para justificar acciones políticas de pacotilla. Argentina no es Estados Unidos, y las políticas que pueden ser útiles allí puede no funcionar aquí. De hecho, las condiciones para reinstalar un Sistema Estadístico confiable son cada vez peores, con un INDEC al borde del colapso por la desmotivación de sus trabajadores, sea cual sea su posicionamiento en el conflicto y una proliferación de interventores en distintos organismos estatales, paradójicamente incapaces de intervenir en la economía real por las propias torpezas políticas y técnicas del modelo de gestión. La reconstrucción de la credibilidad en el gobierno Argentino es hoy un problema de una complejidad que la reconstrucción del sistema estadístico, como ocurría al comienzo del mandato de la presidenta.
Desde este espacio, nos preguntamos, una vez más , cual es la señal que está esperando el gobierno para comenzar la compleja reconstrucción del sistema estadístico nacional, como primer paso para recuperar la credibilidad y la capacidad de la trama estatal para modificar la realidad. Argentina no es considerada seriamente hoy en el plano internacional y todas las señales indican que cada vez quedará más aislada, o peor: existen enormes desequilibrios geopolíticos en el mundo de hoy que pueden conducir a enfrentamientos bélicos de magnitud. En este contexto, la irresponsabilidad del gobierno en el manejo de la información y la gestión política, hecho que significa una renuncia a la soberanía en si, simplifica el camino para que intereses foráneos consoliden sus estrategias expansionistas dentro del ámbito nacional.

Fuera la patota del INDEC. Fuera la intervención. Justicia y castigo a los responsables y cómplices de este desbarajuste del patrimonio del Pueblo Argentino.

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